Desde la expansión del imperio romano, donde la mayor parte del mundo conocido en su época fue dominado, el latín se volvió una lengua imperativa para el comercio y las leyes, sin embargo, ese fue sólo el inicio de lo que se podría llamar una lengua universal.
Un precursor de la idea de una lengua universal fue Ramón Llull, filósofo y teólogo catalán (1235-1315) y autor de Ars Magna o Art general, donde propuso la universalización del latín como medio para promover la unificación del lenguaje humano. Sin embargo, el desarrollo de los intentos por establecer una lengua universal llegó con el siglo XVII; se sabe que su representante mayor fue Gottfried Leibniz, filósofo y matemático alemán (1646-1716), quien soñó con el proyecto de establecer una lengua universal que dedujo de su “Arte combinatoria o Arte inventiva”. Planteaba que la reducción de los conceptos complejos a sus términos simples conduciría a descubrir el “alfabeto de los pensamientos humanos” que son el punto de partida para todo razonamiento.
En 1797, La Enciclopedia francesa apoya el proyecto de lengua internacional. Joseph De Maimieux habla de posibles comunicaciones entre europeos y entre Europa y África, de un control internacional de traducciones para "pasigrafiar" los libros escritos en otras lenguas, y de operaciones diplomáticas, civiles y militares con dicho instrumento. Por otro lado, es la hora del francés como lengua diplomática internacional. De ahí también los nacionalistas de siempre haciendo la apología de su lengua nacional, quienes ahora se surten del francés. El conde Antoine de Rivarol en su discurso De “l'universalité de la langue française” (1784) decía que ya no había necesidad de ninguna lengua universal, porque ya existía la lengua perfecta y era el francés. "Además de su perfección intrínseca, el francés se ha convertido en cualquier caso en la lengua internacional más difundida, hasta el punto de que se podría hablar ya de «mundo francés», como se podía hablar en otro tiempo de «mundo romano».
En 1887, el año del esperanto, la American Philosophical Society de Estados Unidos interesada por el problema de una lengua internacional para la ciencia y la filosofía. Pero la Sociedad dejó de interesarse por el tema, y durante el paso del siglo XIX al XX, se puede afirmar que entre los muchos proyectos de lengua internacional, solamente dos (el volapük, y el esperanto) han logrado tener una actividad real encarnada en una comunidad lingüística, aunque el primero se haya extinguido. Hoy, en día, al considerar las lenguas planificadas neutrales como alternativas de lengua internacional, el esperanto no tiene rival. Evoluciona desde hace 110 años como lengua viva y, por lo mismo, hace tiempo que dejó de ser un proyecto lingüístico para ser un hecho lingüístico.
En la actualidad, el inglés representa lo que algunos filósofos teorizaban como lengua universal y a pesar de estar aún muy lejos de considerarla la única lengua internacional de uso común es el mejor ejemplo de cómo las personas pueden comunicarse en una sola lengua sin importar la distancia o la cultura en la que este inmersa cada persona.
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